Millones de mundos conviven en uno,
chocan, se resquebrajan, lloran,
de muchos tan solo piedras huecas quedan,
piedras sin destino ni motivo flotan,
tan solo chocan.
Así los pequeños mundos,
tan poderosos y profundos,
se apagan.
Solos van quedando ante tumultos
de endurecidas y vacías piedras,
luchando por no quedar
enterrados entre ellas.
El día que aquel último pequeño mundo
se rompa,
ese día nuestro mundo,
tal y como lo conocemos, será moribundo.
Ni las piedras flotarán,
pues ya no tendrán más que chocar,
ya no tendrán más que destruir,
tan solo sucumbir
ante la victoria del sin vivir.
Así pequeños mundos aunque os hagan llorar,
nunca dejéis de brillar.
Y cuando os quieran chocar,
tan solo bailad,
las piedras lejos irán.