¡Desnúdame!, ¡apriétame!, ¡cógeme!
Nos daremos sin medida y sin interrogaciones
en la noche elástica de los gemidos, apremiantes.
Te encuentro, me encuentras y nos damos.
¡Acaríciame!, ¡báteme!, ¡medítame!
Nos decimos con los labios entreabiertos
con las manos cazadoras de los deseos.
Somos tantos, en uno mismo, fundidos,
compenetrados; en la caricia asediadora.
¡Úsame!, ¡ámame!, ¡agítame!
Eres cuanto quieres ser, eres lo que me apetece.
Soy lo que quiero ser, soy lo que tú pretendes.
Somos manos: tímidas, maliciosas, fervientes.
Somos bocas: susurrantes, histéricas, violentas.
Somos pies: huidizos, sitiadores, combatientes.
Somos almas: permisivas, orgullosas, atrevidas.
¡Destrípame!, ¡defórmame!, ¡desplúmame!
¡Pregúntame!, ¡frótame!, ¡desvirtúame!
¡Presiénteme!, ¡lávame!, ¡límpiame!