No enciendas tus luces
porque acostumbrado estoy a mi ceguera,
el mar tempestuoso y bruno
encarnizó mis cristales de seda.
No arremetas con tu amor,
estoy arrasado, lejos de mi huerto,
cansado, muy cansado
y mi vida grillada.
No enciendas tus luceros
en mi alma oscurecida;
mi verso fue echado al olvido
y mi alma aún joven, yace longeva.
No enamores con tus ojitos
a mis niñas que se quedaron ciegas,
no te puedo mirar bonita,
el engaño devoró mis riberas.
© El Yarawix