Planeta, parte del universo.
Habitado por seres estrambóticos, seres de cuerpo y alma.
Individuos de cuerpos celestes asentando nuestra amada tierra.
Con el deseo de procurar congeniar espléndidamente con ella,
estamos enraizados por los cuatro elementos.
Somos entes saturados de misterios, de grandes espectáculos.
Entes que emergen disturbios y protestan paz…
Con demasiados trastornos que son capaces de colapsar el tiempo,
de sueños e ideas alcanzables para el avance de nuestra inteligencia.
Expandiendo las mentes al universo,
construyendo carreteras al mundo,
las galaxias divinas no acaban.
Descubriendo la vía láctea, hallazgos cristalinos de esperanza…
Vida que se halla atascada.
Son destellos de existencia,
seres místicos, desesperados…
Asombrados y convencidos por forjar un mundo distinto;
con el objetivo de localizar el dolor del planeta…
Solo así en los espejos del alma se refleja la atrocidad,
toda aquella destrucción que han creado aquellos seres de carne y hueso,
con ideas y mente infinita.
Capaces de producir males y hábiles de equilibrar la llamarada de la destrucción.
Infinitos deseos de inteligencia eterna, provenientes de explosión radiante.
Energías y vibras brotan en los seres curiosos.
Habitantes de la tierra, el tiempo se agota.
La rebelión que se presenta es tan demencial.
Se pierde la lucha de certidumbre, pero…
¡Los relojes de arena! ¡El tiempo se acaba!
¡La destrucción se precipita!
Busquen estrategias para evitar la sequía,
tácticas para sofocar las llamaradas,
obstaculizar las corrientes desorbitadas
y evadir el enfurecido ventarrón.
Planeta… parte del universo, no desciendas….
Tú renacimiento pronto llegará.