Sentir al viento,
rozarme los cabellos,
es algo hermoso.
Es un suspiro
que llega de los mares
con el nordeste.
En él encuentro
los besos y los sueños
que tanto ansío.
Y son los besos,
retazos de la vida,
con sus latidos.
Y son los sueños
que vienen a mi lado
entre la brisa.
Por eso, el viento,
abona la esperanza
en que confío.
Y así camino
y salgo de esta celda
que yo no quiero.
Vuelvo a la vida,
recobro los sentidos
y tengo fe.
Sonrío al viento,
recojo sus caricias.
Cierro los ojos.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/04/20