El secreto cofre de tesoros, saturado de cachivaches, bajo la polvareda de este día forra los polvorientos pliegos de páginas de un libro inconcluso, aguardando en su escondrijo, en la expectación, acaso que por el resquicio de los devenires se riegue la tinta que trueque el curso de una historia gráfica con principio ambiguo en una de final feliz. Oh, memoria que zurces trozos de vidas pretéritas… ¡Sálvame de los demonios! Oh, reminiscencia, escribana del advenimiento... ¡Sálvame de mis demonios! ¡Oh soberana de mi infernal memoria, arráncame del fúlgido abismo y llévame a mi Gloria! En el espacio tan reducido de las remembranzas se acurruca el espacio tan amplio de una historia. Oh condición de mi retención vivencial, cuando creo haber olvidado más recuerdo. ¡Señor y Amo; por mi Gloria estoy pidiéndote Señor, por ella estoy diciéndote: Amo!