Se escucha alejado, clandestino en la reserva,
celoso de terceros, de planes desafiante.
Persuasivo y confiado en las agudas flaquezas,
paciente aguarda la circunstancia vacilante.
Traición al instinto, prisionero y sometido,
acosando la ocasión del ruin convencimiento.
A que el tenue murmullo se torne en alarido,
remate del proyecto, letal atrevimiento.
Tozudo y bizarro, rastreando aislado indicio,
seductor malvado, deleitando al indeciso
con la dulce idea, de acabar necio suplicio
tendiendo su maraña, consumando el hechizo.
¡Júbilo a los inquietos! existen atenuantes,
que atacan el ímpetu, ese deseo enfermizo.
Con la mínima dosis de un brebaje excitante
cancelado en santiamén el viaje al paraíso.
Soberbios y escasos, al menos en apariencia
niegan los favores a mártires compungidos,
en estridente omisión implorando indulgencia,
socorro en resistencia al bisbiseo enemigo.
Las llagas en el alma se curan con caricias,
los abrazos y besos auguran plenitud.
Las cándidas sonrisas palian malas noticias,
establecen impuesto, de fugaz gratitud.
El remedio alentador tiene breve vigencia,
prescribe apresurado, el mal suele renacer.
El adversario tenaz confirma la sentencia,
cierto que el desenlace pronto ha de suceder.
@MucioNacud ©