I
Se trata de jugar,
jugar un juego olvidado,
el juego de descubrir
que el otro no es sólo un otro,
que en él cabe un yo
no muy distinto de mi yo,
que tu yo y mi yo
son esencialmente lo mismo
y eso es la amistad:
la posibilidad de tratar al otro,
no como un otro,
sino como un yo,
o mejor aún,
como si fuera yo,
para encontrar mi yo
en su yo
y conversar con él como con un espejo
de modo que mis palabras
salgan por su boca
y las escuche
en mi oído.
II
Pugna la fina brizna
por emerger de la tierra;
lucha algunos días
para caer, finalmente
vencida,
por la porfiada maleza
que todo lo cubre
que todo lo ahoga
con malévola eficacia
III
El adiós es un constante
mirar atrás
esperando que las cosas
pudiesen todavía ser
de otra manera
IV
Decir no puedo, amada,
la de sueños interrumpidos
que guarda mi alma:
su sola mención rompería el hechizo
de silencio
y la historia se volvería a repetir
Permíteme, mejor, que me calle
y te ame en silencio.
V
Espérame en la soledad del lecho.
Cuando la luna asome en la penumbra de tu cuarto
poniendo calor en tu almohada
y un rayo de su luz te bese la frente,
seré yo que ya llego, a que nos amemos
para poner tarea al tiempo
y alcanzar la eternidad que sólo se logra en el amor.
VI
Resbalan las horas en silencio
prolongando la agonía de los días;
Canta el cisne en la laguna
y su canto lo apaga la tormenta;
Florece la rosa
y la lluvia gota a gota la deshoja;
Todo muere en el absurdo repetirse
de los hechos,
en el sinsentido consagrado.
VII
La tierra está cambiando:
lo veo en el agua
lo dicen los bosques
se huele en el aire;
La vida está cambiando:
ya sólo sobrevivimos.
VIII
Con qué prontitud
la gente olvida los favores
y resalta los errores:
No bien caes en desgracia
harán leña de tu honor
en las charlas de pasillo;
o cuando caes a la cama
o las deudas te persiguen...
¡Con qué prontitud
la gente olvida tus favores!
IX
Es amargo el trago y el vaso
conque bebemos los instantes
de esta vida dura y mezquina:
haría falta rebelarse, negarla
para encontrarle algún sentido,
pero la carne es débil
y la angustia hace carne
en nuestros pobres huesos.
X
Sacúdete los tiempos negros:
déjalos que resbalen lentos
como gotas de negro veneno;
Sacúdete los malos pensamientos
y deja crecer en ti
rosales sin espinas
para que alegren tus mañanas.
XI
La caracola del tiempo se ha enroscado
en los recodos de la noche
y como loba en celo acecha a la luna
perpetuando las sombras.
¡Ah, loba!
¡Ah, loba!
¿Cuándo te irás para siempre?
XII
Todos jugamos al disfraz
a ponernos máscaras
a proyectar imágenes
de cómo queremos ser vistos,
pero cuando ocultamos lo que somos
para parecer lo que no somos
jamás pensamos en el precio
que estaríamos dispuestos a pagar
por las decepciones causadas.
XIII
Eran otros tiempos:
La gente valía por lo que era
y en ello ponía cada uno todo su empeño.
Hoy las cosas han cambiado:
cual pavo real
cada quien se pavonea y jacta
por las ropas, los bienes y el calzado
olvidados enteramente
del yo, de la trascendencia
asuntos que el vulgo ignora o
tiene por irrelevantes.
Es el mundo del parecer
del aparecer
del espectáculo decadente
XIV
Truena el cielo
llora la tarde
la noche viene fría
con sus cristales de hielo;
tiembla el alma
el corazón palpita asustado
y los niños refugian
sus grandes ojos
en el seno de sus madres.
Lágrimas negras llora el mundo.