Hoy que estas oyendo a tu silencio,
hoy que te ha golpeado alguna sombra
con su nube de odio
y hace espinoso todo el aire:
¡Me escuchas!
Hoy que ha caído el crepúsculo, de golpe
desplomándose como un pesado árbol
sobre el frágil cristal de tu memoria:
¡Me recuerdas!
Siente en el café humeante, amargo y oscuro,
el calor de mi rostro
que ahora está en la tierra;
Siente este lugar, donde he lavado el pétalo
de mi amor desnudo,
al desmoronarse el día alguna vez y caer la luz
como cristales rotos.
¡Ahora solo hay una lámpara con su luz extinta!
Ahora lo entiendo todo, ahora que la espina
llora a mi sangre y no hay más luz astillada
hiriendo mis ojos
¡Todo comienza en el sueño y termina allí!
No te aflijas, esta sufrida lluvia no es llanto
de herida abierta, esta humedad
es el roce de un beso que se quedó anclado
para siempre.