OFICIO DE POETA
I
En la sangre del poeta vive un dios
que mueve la rueda del poema;
en el alma del poeta hay una alondra
que llora por el frío del invierno.
Vive en las venas del poeta
una golondrina que canta
anunciando primaveras
y a su canto brotan estrellas y rosas.
Hay en los ojos del poeta dos estrellas
que iluminan sus noches más oscuras
y en su boca vive un río
que mana incontenible
derribando todas las barreras.
En el pecho del poeta
se desgranan tempestades
y los huesos se hacen blandos
y el cabello se hace blanco, verde o tinto.
El poeta es instrumento
que canta
sueña
y baila
al ritmo que dictan los planetas.
II -
Qué el verso salga del alma
Puro y cristalino como el agua!
Mas es necesario que cante el manantial
que traiga la frescura de la greda profunda
que huela a raíces de peumos y boldos
que lo reconozca y aplaque con él su sed
hasta el alma más sencilla.
Yo huyo del concepto:
cascarón resplandeciente
hijo de pulir y de pulir
que brilla y brilla
pero es pobre en calor y en color.
La palabra natural
aún en bruto es bella
porque cual diamante que a la luz refulge
refleja en cada una de sus letras
la imagen de aquello que nos nombra.
El verso, cual palabra divina,
ha de ser vida
conjuro que despierte
y haga bailar hasta a los muertos,
alimento para el alma
consuelo del que llora
amparo al desvalido
bálsamo para la herida que sangra
grito vibrante
poco llanto y sí esperanza.
III -
Yo quiero que en mi verso
galope el viento,
las olas del mar muelan las rocas
en su eterno molino.
Quiero que la poesía corra por las calles
como el viento
como el agua.
Quiero que cuando diga un verso
quede una semilla sembrada
en el alma del que escucha,
quede una nota vibrando
quede el corazón abierto
como una mano extendida
presta a estrechar al amigo.
Quiero que el verso acorte las distancias
que hable cualquier lengua
que el verso sea la esquina
en la que el hombre
se encuentre con el hombre
y puedan por fin abrazarse
al reconocerse hermanos.
¡El oficio del poeta
es pura luz!