Cuando el reflejo del sol ondea las nubes,
Vislumbra algodón de azúcar en todo el horizonte.
Entre azules, celestes, girasoles y turquesas,
Rocíos caen en la tierra en algunas tardes de tristeza,
Caminos de canela, llenos de lates y esperas,
Esperas el amor, un dulce o una seña,
No siempre el sol es tostado con hierba buena,
No siempre la luna es pan de ajo y capresa,
Todos añoramos el dulce y salado de las propuestas,
Mientras sea en los labios de quien nos calienta.
El amor que nos endulza la vida y sala las venas,
El amor que espuma el café por las mañanas.
El amor que nos haga la cena.
Yo lo encontré un día mientras no lo esperaba,
Tenía ojos de atardecer, miel y estrellas,
Sus labios y lengua degustaban todo el elixir de la tierra.
Sus besos dulces y su autoridad de ginebra,
Eran la combinación perfecta para mis meriendas.
Él ahora es mi dulce, mi sal, mis desayunos y cenas.