Alusivo a una madre abnegada abandonada en su tercera edad.
PRÍMULA
Quebrada, y su raíz sin tanta fuerza,
la prímula no puede dar hogaño
el fruto como en épocas de alferza
o hacer entre sus ramas un peldaño.
Ahora solo espera a quien ejerza
la última promesa sin engaño
y ver latir el centro de una berza
sin que haya luz y nada sea extraño.
No tiene ya recuerdos ni memoria
y vive en un otoño perdurable
sin savia que transite por su historia.
Quedó en un abandono miserable
por quienes recibieron de su gloria
la impronta defendiéndolos a sable.
Y hoy es inexorable
perder por las mañanas una hoja
sin nadie alrededor que la recoja.