Once
Once palabras que fueron como
once puñaladas, mientras con dolor sangraba,
el cuerpo que agonizaba.
Me enamoré aquella tarde,casi pisando la noche,
cuando jugando a las cartas, corriendo tras el azar
apareció el
“Once” montado sobre caballo amarillo.
Apreté aquella baraja
con la fuerza de mi mano, apostándole la vida.
Sabía que caminaba por
once sendas perdidas.
Confesé aquel amor, trastornado de pasión y
Once besos dejé, sobre el papel plastificado.
Once cuchillos lanzaste sobre un solo corazón.
Once lágrimas lloré, con total desazón,
para guardar en la tumba, que me aloja para siempre.