Selene, nuestro único testigo
al sentimos el calor de cada uno
bajo sábanas de doliente anhelo,
nuestros cuerpos en desnudez vestidos
Tu frente con mis labios baptizé,
reflejado en tus ojos de misticismo,
la preciosidad de azabache,
la profundidad de la oscuridad
Quemados por tu beso ardiente,
mis labios aun más besos ansiaban,
nuestra pasión desatada
nuestra petrificada prudencia usurpó
De curiosidad tierna nuestras yemas
en expediciones de descubrimiento se aventuraron,
pasando por nuestros trópicos de Cáncer y Capricornio,
a través de prados púbicos en busca
del punto de sublime éxtasis,
para nuestros líbidos impacientes encender
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