Melodiosos son los cantos
que rompen la madrugada,
son tonadas envolventes
que el entusiasmo levantan,
con sus dulces sinfonías
que engalanan las montañas.
El sol tiñe de amarillo
guayabos, mangos y zarzas,
es un natural ambiente
no descrito con palabras,
si no por el embeleso
que se origina en el alma.
En los meses del verano
empezando la mañana,
los yigüirros son autores
de este concierto de gala,
recordado por ancestros
como algo que disfrutaban
y con el paso del tiempo
se ha convertido en nostalgia.
Alegres guarias florecen
doradas, lilas y blancas,
coloridos son sus pétalos,
que la perfección abrazan,
despertando admiración
por la belleza que plasman;
un arco iris de artesano
que sentimientos declara,
y nos mantiene en caminos
adornados por la magia.
Son luminosos momentos
que llegan con la alborada,
extasían los sentidos
con el esplendor que emanan,
dejando al alma de hinojos
exclamando una alabanza.