Entre el vino del olvido quise sepultar su recuerdo
Las flores del cerezo se secaron en mis labios.
No supero la tristeza del ocaso
ni el dolor de la muerte deshaciéndose
como una vela en las fibras de la noche.
El alba es una herida luminosa
que me empuja a la vida
así como estoy, paradójicamente
desbaratada, volátil, insurrecta.
La pertinaz taza de café en mis labios
me despabila y evapora el alcohol
En carne viva olvido la resaca del dolor
salgo con sus ojos impresos en mi carne
y esa rara sensación de que navega
entre mis venas al garete con la porfía
de perpetuarse en la adicción de mi piel.
Ángela Grigera Moreno
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