Veo el sol como seduce a la noche,
dejándose embriagar por cada canto de ave volviendo a su nido,
la sonrisa de aquel niño enternecido por las caricias de su madre,
pisadas con premura,
leves gotas que intentan cubrir el pavimento
y junto a ellas un olor a humedad,
tiempo acompasado con aquella melodía que invita,
despacio el fuego abraza las velas,
a prisa se tiñe todo de sepia,
cae la noche y junto a ella: el silencio