Porque el dolor
es inherente a la vida
y viene cargado de naufragios;
Porque se va repartiendo
como ofertorio,
en cada puerta,
en cada pupitre, por los pulpitos,
en los lechos como rumor de placer
y como partituras
de algún alegre canto.
Porque el camino, si es bueno,
se va quedando con tus carnes,
tus huesos y tu magro aliento.
¿Acaso para sonreír
después de nuestra vida?
¿Porque la traición
es el diario pan
de nuestra hirviente humanidad?
¿Porque nos atan el alma a lágrimas
que caen hacia el fondo
de algún infierno perdido,
que Dios ignora…?
Porque el hombre va
desgarrando su pecho
y rompiendo su corazón
a golpe de martillo
y sus lágrimas suspiran por piedad
al Cristo flagelado y coronado;
Porque nos tapamos los oídos
para gritar nuestras blasfemias,
porque cerramos los ojos
para lanzar nuestros corazones
a la negra oscuridad
como flechas pérfidas
y barbaros deicidas
sin piedad,
sin remordimiento.
Acaso, cuando hayamos
colmado todo infierno
y se hayan secado los mares muertos
de nuestras congojas,
Dios, se compadezca
y nos arrase,
y forje una criatura inédita
con nueva semilla
y destino nuevo