El poeta no le teme a tu incapacidad. Él está aquí pero no lo sientes,
¿qué haces aquí?, si de todas formas sin esperanzas mueres.
Su mano está muerta de tanto escribir y su alma se destroza cada vez
que por por pésimo lo ignoras, como si tu vida tan perfecta fuese cada
vez que veas que no le perteneces. Una y mil veces te arrepentirás porque
no hiciste caso a un poeta que solo quería dar vida a un corazón que
remedio no tiene.