En la estación de mi pueblo
quedó parada esa tarde
con la mano levantada,
con lágrimas en los ojos
y un pañuelo que agitaba
secando de tanto en tanto
las lágrimas de su llanto.
El tren que se va alejando
y en mi cabeza aturdida
el sollozo de mi madre
y la angustia de partida.
Llegó el momento certero
de enfocarme en mi destino
puse mi vista adelante
contuve un fuerte suspiro
aumentaron los latidos
y mi corazón confundido
casi del pecho se sale.
Por mis ojos como escape
fluyeron un par de lágrimas,
en mi mente dibujadas
las imágenes de niño
jugando con mis amigos
a la pelota en la calle,
y por la tarde...,
a eso de las cinco
asomándose a la puerta,
¡¡ a tomar la leche !!
era el grito de mi madre.
Las luces de la ciudad
encandilaron mis sueños
a Buenos Aires me vine
trayendo poco equipaje,
apenas un bolso en mano
y una valija de viaje.
Cargando un futuro incierto
por no extrañar también traje
un puñado de recuerdos
y una foto de mi madre.