Dario Antonio Caucelo Tey

Son las dos de la mañana.

Son las dos de la mañana,
y la noche ha conquistado la escollera
de mi alma con la negrura de siempre.

Son las dos de la mañana,
y la homicida madrugada de recuerdos latentes,
visibiliza su poder sobre este pecho inquieto.

Son las tres de la mañana,
la oscuridad ha besado los rincones del dormitorio,
ha perpetrado en el silencio y lo que eran tímidas luces ayer,
ahora son valientes y heroicas caricias de esperanza
para los niños escondidos de sus bestias.

Escondido también, entre sábanas y lamentos,
me encuentro con las mismas bestias
en mi trinchera de cobardía y luna llena.

Son las diez de la mañana,
y el sol ha conquistado la escollera
de mi alma con la blancura de siempre