Perdoné de alma y corazón las faltas
que llegaron de un sofístico querer
elevándose y ampliándose así mi alma
ungida y perfumada de rosas y clavel.
Busqué mi horizonte de sosiego esperado
donde la paz y el reposo encontré
abrazándome a una gran bonanza
de verdades que en mi interior hallé,
llegando a mí un céfiro primaveral y tierno
con sonidos profundos de amor y de sol
crepitando, y en incesante movimiento
con cada sonrisa, mirada y paso que doy.
Siguen los aromas perfumando mi alma
y el viento refrescando mi memoria
para que con vuelo de pájaros alcance la gloria
y ese inmenso cielo azul, donde mis sueños anclé.
Van mi fe y anhelos, caminando y creciendo
con el empuje e ímpetu de una marejada;
y mi musa que me ha abrazado, me ha dictado versos
que de seguro por siempre amaré.
Seguiré creyendo que el amor existe
y que abraza las almas con mucho calor
esas que respeto y honor a él rinden
con sentimiento albo y enternecedor.
Matar no es la cura para el dolor
Perdonar es lo que funciona.
Yamila.