Yo de niña soñaba con mi niño,
jugueteaba con hadas,
contaba mis sueños
a princesas encantadas.
Yo de niña sentía mariposas,
que vestida de blanco un día,
el príncipe de mis sueños
en un altar me desposaría.
Yo te soñaba sin conocerte
en amarte hasta la muerte
y en entregarte un dia
mi cálido amor adolescente.
Yo armonizaba en música,
levitaba con canciones,
yo soñaba con gorriones
despertándonos por la mañana.
Yo soñaba que ambos en un solo latido
conoceríamos el amor y su verdor
y abrazados de nuestro verso,
moriríamos juntos al eclipsar el suspiro.
Yo soñaba que me bajabas la luna
para hacerla testigo de nuestra pasión,
que las estrellas serían
testigas de nuestro inicio.
Y cuando el reloj marco las dos,
después de mi inocencia,
me casé vestida de blanco,
sin saberme de blanco para el gentío.
Yo de grande me casé contigo,
caminé sobre alfombras siderales,
me casé pensado en mis sueños,
en tus sueños y en los de los dos.
Yo de grande violé
el juramento de dios,
callé tanto, ame todo lo tuyo
y al fin de grande, me casé contigo.
Y así como soñé de niña,
de grande desperté
con la resaca de mis sueños
y la cefalea de mi suspiro.
Si de niña soñaba con mi niño,
de un tiempo acá, ese niño
despertó al monstruo
que llevaba dentro.
Él despertó su rencor, su odio,
sus salvajes manías,
sus alardes bravucones
y me violó un día.
De un santiamén
me sacó del sueño
que soñaba de niña,
me hizo añicos la esperanza.
Me bajó la luna para
restregarme su hielo,
las estrellas para quemarme
con su cruel desamor.
El sol que un día me prometió
me lo reventó en el alma,
me quemó con palabras espinadas
y desverdeció mi amor.
Y al fin un día decidí
escapar de tu desdicha,
con el único ser que me alumbraba
esos días de ensangrentada vida.
Esa alma pequeña
hacia crecer valiente mi rebeldía,
opacaba tu sonrisa agreste
y coloreaba alegre la sonrisa mía.
Yo de grande aún soñaba
con ser por ti desposada,
pero ese príncipe despertó el ogro
que en su interior dormitaba.
Y en vez de sueños
que contigo soñaba,
me regalaste tus pesadillas
y el alma mia destrozada.
© El Yarawix