A mi no me molesta que alguien despedace este humilde poema.
Lo haga trizas en sus ojos,
lo muerda o lo vomite,
lo maltrate.
También que lo critique,
lo corrija,
lo azote letra a letra,
le arranque todo verbo.
No deje sustantivo,
ni adverbio ni adjetivo,
ni un punto,
ni una coma.
Coloque interjecciones
y cien interrogantes.
Que lo recorte,
huela.
Y quite lo podrido
si así lo considera,
si está de más, si sobra.
Que lo mastique,
escupa,
que revea y juzgue,
y que lo califique;
Bajándole pulgares o índices que apunten al centro de su frente.
O le muestre furioso el anular derecho,
creyendo que lo ofende.
Creyendo que me enojo.
Que lo haga a su antojo.
Porque ya no es mas mío.
Así me expreso. Y sigo.