Queridos poetas,
queridos estetas,
cantamos al cielo azul ceniza
a la lluvia que todo lo eriza,
al jardín de las delicias,
sin sentir la dentadura de la vida,
sin sentir que la muerte acecha.
Cantamos a la rosa,
bella,
delicada,
sin espinas,
y huimos del preso,
del incompleto,del muerto.
Olvidamos que la rosa hiere
y que el cielo se desploma sobre los poemas.
La vida acecha y merece sus letras.
Queridos trovadores,
queridos cantautores.
Mejor si utilizamos la palabra desnuda,
ser cielo sin nubes,
bardo sin voces.
Siguiendo el temblor de la belleza , omitimos abandonamos el rastro que la muerte deja.