Ahora que el himen del cielo es virginal,
el astro rey se mostrará implacable,
para incitar la adoración de todas las flores en la planicie,
en la cual estas féminas motivadas por la amabilidad del céfiro
se contonearán al ritmo de un canto cósmico.
Los caballeros de verde ramaje sostendrán
el soplo de vida en su vigencia -para las criaturas-,
y así lograr recordarnos que todas son bellas
y vienen del Creador, y que a él honores siempre le rendirán.
Ningún ser volátil caerá de su vuelo
si la mano del Creador no lo admite
mas hasta el férreo viviente cae en la desolación
si las pruebas de fuego el creador concede.
No obstante, el Origen es el Amor,
de él venimos y hacia él es nuestro retorno,
así, la creación, envuelta en su gala y su ornato
canta, y el artista, de ese canto es sólo el traductor.