Sus ojos se posaron en los míos
mirándome con ternura y amor,
diciéndome en silencio que me ama,
gritándome calladamente que su musa soy.
En medio del ruido de nuestras miradas
escuchamos la sinfonía de dos corazones
deseosos de compartir el alma,
anhelantes de volar atados en libertad.
Entonces la vi, moviéndose en calma,
la flama del amor brillaba en sus ojos...
Supe que era real, ¡sí, lo supe!,
y a él me entregué completa y enamorada.
Anna Gutiérrez.