Viniste como hoy te vas, dulce adolescencia
Llena de preguntas, vacía de certezas.
Llegaste como con una fantasía, sin ser un cuento de hadas
Como una sonrisa de inocencia, pero con manos manchadas.
Te arrimaste a mi buscando huésped, pero yo no soy un hotel cinco estrellas
Carezco de afecto, de honestidad y muchas veces prefiero no hablarle a “ellas”
La oscuridad se convirtió en tu aliada
en especial en esas noches que no se dice nada,
buscando unos oídos para que te escuchen,
te topaste con un par de almohadas que funcionan como peluche.
Asististe a mí en esos días de pesadilla
Cuando la vergüenza y la idiotez también lo hacían.
No se necesita de un cometa para ir a marte
Ni una solicitud para escucharte,
Si de vez en cuando decides rebelarte,
Es a cambio de encontrar esa paz que nada ni nadie puede darte.
Porque el mundo puede ser repugnante, inmundo e inmaduro
Pero al final del caso somos partes de esta gran prueba.
Adolescencia, la que aprende a distinguir de los colores raciales
La que sufre cuando llegan los exámenes.
Y eres tú, no cualquier otra,
La que busca encontrarse a sí misma aun cuando la guitarra está rota.
Agridulce adolescencia, te vas, así como viniste;
Sin querer
Buscando esa chispa que prenda nuestra llama que nadie puede prender.
La pasión es solo un acto de entrega
Donde el amor y el odio discuten a su propia manera.
Y aunque la juventud te aclame como una excusa que justifica sus acciones
Todos algún día miraremos al joven:
Que mira, pero no aprende
Que escucha, pero no siente
Que lucha especialmente contra la corriente,
Y se basa en los errores de otros para buscar a alguien que lo entiende.
Querida adolescencia;
Será un hasta luego por el momento,
Esperando sea real aquel viejo cuento
De volver a nacer con el tiempo,
Ya cuando uno se hace viejo.