Apenas quedan lágrimas de tu ida
y aquí me hallo encharcando mis días
en vasos rotos de melancolía.
Suspirando, no veo mi salida.
Camino errante derramando mil mentiras
que taponen esta herida,
pero cuando la luz ya no brilla,
como balas perdidas
tus palabras me acribillan.
Por mi oscuro transitar
pasan rostros llenos de osadía,
en sus ojos veo el reflejo
de lo que un día fue mi vida.
Aún recuerdo el carmín
en esa copa agonizante,
tu pálpito crepitar
cada hálito, cada instante.
Aún recuerdo el jazmín
sobre tu piel picante,
el mudo y corto adiós
de tu última constante.
Aún nos recuerdo bailando
esa eterna danza de Dante.