Observando palomas y colibrís.
Apreciando plumas y alas doradas.
Bajo la lluvia...
Entre hierbas, en jardín sin dueño,
temperado de luz y salvia fresca.
Empapada en rocío de empatía,
miro al cielo y descubro un gran secreto.
Donde la sonrisa, es la unión de los labios,
cuando los ojos encuentran, lo que el corazón busca.
Desvisto mis ventanas, de las satinadas cortinas,
avistando multitud de extraños, de aspecto agonizante y triste.
Y desde mi ventana, como una guerrera,
lanzo flechas de sonrisas, con la esperanza de que mi nuevo secreto,
sea medicina a las almas tristes.
Y los que agonizan, recuperen la vida a través de una sonrisa,
regalada por una extraña.
Que aunque no la conozca, él sabrá que a la dueña de esta sonrisa, le importas…
¿Habrá una sonrisa más transparente, que la sonrisa de alguien cuyo corazón, encontró a Dios?