La mujer de los arreboles
Sentado en una banca, contemplando el bello atardecer
Del verano intenso del horizonte, el ocaso quiere esconder
De arreboles, de intensos colores, el cielo se deja sorprender
Una figura hermosa de mujer, atraviesa el umbral y me hace estremecer
Se sienta en una banca lejana y su figura parece desvanecer
Quisiera que el tiempo se detuviera, pero empieza a oscurecer
Deja al descubierto sus largas piernas, mi alma parece desfallecer
Una brisa agradable empieza a soplar y la llama del pabilo a encender
Su cabellera juguetona, de sus manos en trenzas, me hace distraer
Una neblina densa invade su banca y su cuerpo a desaparecer
Me invade un escalofrío, quisiera correr o perderme y fallecer
Regreso nervioso, cabizbajo y meditabundo y me encierro en la habitación
Los latidos aceleran, el cuerpo se agita, se quiere parar el corazón
Miro por la ventana, la banca está vacía, escucho voces en mi imaginación
La figura de ésta esbelta mujer que se desvanece, me llena de miedos y confusión
Su mirada se clavó en el alma y me llena de caos y desesperación
La cama empieza a calentarse y las cobijas son mi única salvación
Quisiera permanecer despierto, hasta el amanecer con sus bellos albores
Que la noche pase rauda y sombría y aleje mis miedos y temores
No sé si su figura es real o me cautivó sus resplandores encantadores
Parezco agotado, lleno de calores, que escurren cantidades de sudores
Recorro su banca, desde donde se aprecian los arreboles resplandecientes e inolvidables
Allí ha quedado impregnado, su olor, su fragancia y sus perfúmenos agradables
Su cartera, sus zapatillas, su vestido almidonado, su bufanda, todo impecable
Miro alrededor, la soledad invade la estancia y en la otra banca está desnuda y vulnerable
Recogida y dormida, parecía un ángel de cuentos de hadas inimaginables
Me acerco despacio sin hacer ruido y aprecio su bello cuerpo hermoso
No sé si estoy dormido o despierto, pero todo esto es maravilloso
No sé si despertarla o hablarle o susurrarle, estoy nervioso y tembloroso
Mi corazón se acelera, verla desnuda, el silencio es angustioso
Nuevamente una neblina oscura y densa nos cubre y todo se torna espantoso y misterioso
Quedo asustado, pálido, me invade un pánico temeroso
La neblina lentamente se esparce, la mujer ha desaparecido, todo es asombroso
Un aire frío carcome mis entrañas, de gritos angustiosos tenebrosos
Regreso asustado a la habitación, tembloroso y meditabundo
La puerta está abierta y salen perfúmenos de flores de olores profundos
Atravieso el lintel y la puerta se cierra, de sonido estridente bruscamente
Nuevamente la neblina cubre la cama, en forma densa y lentamente
Y aparece allí divina y desnuda, la mujer de la banca hermosamente
Su cuerpo resplandeciente de volcanes y selva, de lujurias como la serpiente que anida ardientemente
Sus labios sensuales y carnales se muerden apasionadamente
Sus piernas se abren y me llama, que la posea con ardor y violentamente
Me tira con sus largas manos a su cuerpo, llena de sus temibles intensiones
Se retuerce de placer, clamando más ardores de sus emociones
Me deja allí postrado y agonizando, sin dar mayores explicaciones
Nuevamente esa neblina densa, se lleva a la mujer de mis imaginaciones
Me arrastra consigo a la banca, la pasión de mis preocupaciones
Y los arreboles de colores se llevaron mi alma, colmada de ilusiones
Mi cuerpo moribundo y agonizante, quedó allí tirado en la banca, sin emociones, pálido e inerte, sin respiraciones.
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga agosto 09-2020