Detrás de su sonrisa se esconde la tormenta
que vibra con la fuerza de viento huracanado,
y brota de su cuerpo, torrente desbordado
de erótica lascivia, de gran pasión sedienta.
Su boca es la manzana, que muy sensual me tienta,
morderla con un beso, voraz, apasionado,
que absorba de sus labios el vino consagrado,
que todos los delirios del alma representa.
Su elástica figura, su frente soñadora,
parecen de un arcángel de Piero la Francesca,
la luz de su mirada, su risa encantadora,
las copia de madonna de fiesta versallesca:
¡Por eso en mis delirios, con ansia abrazadora,
me sueño acariciando su piel sedosa y fresca!
Autor: Aníbal Rodríguez.