En los párpados
de la tarde,
la lágrima se desliza.
Un suave perfume
de glicinas acompaña
las dilatadas sombras.
La flor del ceibo
le susurra al poniente
su roja flama.
Hoy se me quedo
la tarde en el alma,
aquel instante de vida
que nos toca en un segundo
se instalo en el alma.
Julio Carbó