Salí a recorrer la vida
en una noche silente
a ver una niña activa
de amores por consiguiente.
Detrás del ciprés anciano
los perros me conocían
con un ramo de retamo
así la ventana abría.
La luna ya reflejaba
su silueta en la pieza
ahí estaba la niña,
salté con mucha destreza.
La mala suerte llegó
cuando me dí el porrazo
tropezando se cayó
en la pieza el cielo raso.
Ella siempre me decía
que su padre era un oso,
pero era sordo repetía
escucharte es desastroso.
La puerta se abrió de golpe
la ventana me salvaba
me puse un poco torpe
cuando el viejo disparaba.
Los `perros se asustaron
corrí como si viera el diablo
uno me mordió el trasero
del otro mejor no hablo.
Quien pudo decir lo siguiente
que los canes son buenos
uno me dejó los dientes
como recuerdos serenos.
Aquí la estoy pensando
cuando volveré a casa
para convencerla hablando
mientras el miedo se me pasa.