Blanco cantaba el mirlo entre el follaje
de la verde y refrescante alameda,
la blancura de su canto de seda
espejo era de su raro plumaje.
Vestía de gala albino traje
que epataba la esmeralda arboleda,
su voz era blanca como la seda,
pero más níveo aún era su ropaje.
Como lucero en la fronda brillaba
el albino mirlo de blanca voz
que al cielo sus lamentos elevaba.
Era el melancólico portavoz
que de blanco vestía la alameda
con la albura de su canto de seda.
Aromas de nostalgia