Lo sabía.
Estas rota y te cuesta decirlo.
Esa noche que asusta la llevas muy dentro,
¡tantos vidrios lastiman!
Si a puñales del tiempo los hiciste costumbre
oxidando a tu niña que te grita en silencio,
los barrotes del alma ya te muestran su herrumbre.
Lo intuía
solo puse la lumbre, un espejo de frente;
y agite los fantasmas,
y los traje al presente,
señale cada uno de tus miedos urgentes.
Y a tu pánico acólito,
tu terror de repente; al que hiela tu sangre, al que enferma tu mente:
¡Les pegue una paliza de un amor que no miente.