Volveré a ti oh fría cordillera
para contarte mi sufrimiento,
volveré a ti para olvidar este momento
y para esculpir en tus piedras mi tristeza.
Quiero abrazarme de tus pajonales
para ser arrullado por la brisa,
y embriagarme con las suaves caricias
de cadenciosos trinos aurorales.
Volveré a ti porque no debí dejarte,
volveré a ti muy arrepentido,
volveré a ti oh pueblito mío,
par ver morir el sol aquellas tardes.
Volveré a ti porque eres mi madre,
eres mi novia y mi compañera,
porque sin reproches tú me esperas,
y perdonas mis debilidades.
Volveré a ti a desahogar mi llanto
en las diáfanas aguas de tu río,
volveré a ti para llorar contigo
y cobijarme al fin bajo tu manto.
Para que me consueles como a un niño
y vivir en ti mis postreros días,
arrojando toda esta melancolía
a lo largo de tus pétreos caminos.
Al dejar de existir le pido a Dios
que me lleven las alas de un cóndor vagabundo
para volar y volar por todo el mundo
y de lo alto mandar mi bendición.
a la mujer que amé con tanto anhelo
y lanzaré mi voz del firmamento:
“ya no llores mujer no, tengas pena
este amor sólo fue una cadena
de imposibles y de sufrimientos
o tal vez sólo fue un lindo sueño”
Eugenio Sánchez Bacilio