No mencionemos con exactitud la palabra amor,
no mencionemos con veracidad la palabra dolor,
porque siempre sucede que al ser pronunciadas
inexorablemente siempre vivirán entrelazadas.
No las expresemos, estaríamos prostituyéndolos,
hacerlo, es llenarlas a lo sumo de preconceptos
celos inevitables y los miedos incalculables,
desdichas y soledades que son irrefutables.
Dejémonos llevar de la magia del hacer diario
habitémonos de la piel en la piel, sobre la piel
poseámonos en esperanza de mariposas y vinos.
Untémonos cuales viajantes para tener un breviario
teniéndonos de lo natural, lo afectivo, sin nada cruel,
haciéndonos memoria de viajes, huyendo de lo afuerino.
D.Valencia