Vuelves sin haberte ido,
y has vuelto con cada otoño
y golondrina a mis días;
he vuelto a ser tú y tú yo y nos,
embriagadoramente.
He vuelto a pulsar violines
y oboes
en tu nívea esbeltez;
he sido renovadamente
y cada vez el catador
de tus corolas
de tus copas, tu néctar
y aún de tus lágrimas.
Mi pétalo mi adónica
mi flor de amor,
de Fátima, de Azalea,
polen, germen y aroma,
piel entrañable de durazno.
Así es.
Bolívar Delgado Arce