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**~Novela Corta - Una Vela en la Ciega Compañía - Parte VI~**

Y quiso alcanzar al cielo, pero, se llenó de cobardía como siempre. La tristeza le invadió los ojos llenando de lágrimas el suelo. Y el desvanecimiento cayó en reo y presa de la vida y de la libertad, cayó como un mojigato entre aquella luz, entre aquel trémulo de luz, entre aquella soledad, y sin ser libre sólo presintió dolor. Sí, era Cielo, como el mismo cielo, como el mismo desenlace entre aquella oscura oscuridad en que vivía ella misma y sola. Se dió un sueño entre la noche fría, entre los deseos y entre los más anhelos descifrando un sólo por qué, por qué desnudó el deseo, el sueño y la pesadilla la dejó lejos, soñó en ser libre, en ser más que eso, soñó que iba por aquel lago volando como un pajarito y supo lo que era volar, tener alas y alzar el vuelo, cuando casi alcanza el cielo, y casi toca las nubes al sentir volar lejos. Y soñó y quiso despertar, pero, el sueño la dominó, la controló, y más, la hizo descansar de mente, le dió calor la vela encendida, le dió frío la noche, y la esencia le dió sentirse tan llena y plena con una exacta virtud entre la mente y su propia alma. Cuando soñó y más, en que se hallaba en pleno lago, cuando en el sueño soñó que presenciaba ser un bello pajarito, y que voló y volaba por el mismo cielo abriendo tanto las alas para poder sentir el viento y más sus alas abiertas. Cuando de repente, despertó, y supo que aún continuaba en el sótano, entre aquellos escollos de la misma soledad, del mismo sufrimiento y con el dolor aferrado entre su pecho y su mente dolida. Cuando en el instinto se dió lo más ingrato del destino, una sola soledad que yacía allí mismo, en aquel sótano frío, y desolado. Cuando en el deseo se advirtió la misma mala suerte, que llevaba dentro y muy dentro del mismo pecho dolido. Sí, era ella, Cielo, la que se parecía al mismo cielo, pero, con una sola diferencia que su dolor no era el mismo, si llovía el cielo le daba gran satisfacción, pero, a ella no, le daba rencor y odio y un frío suave y delicado cuando llegaba hasta a su piel. Cuando en el cielo se dió a todo un sol, cuando salió el sol después de la tempestad, y se debió de automatizar el delirio, y la ira funesta dentro de sí misma, cuando vió el sótano, otra vez, al despertar del sueño trascendental que tuvo Cielo, en aquella noche fría y desolada, y tan densa y tan real como el mismo frío en la piel. Despertó sí, y dejó a un lado el sueño impertinente, y quiso recordar lo que más quiso recordar, en lo que en el delirio soñó ella, en haber sido un pajarito volador y con sus alas tan abiertas, que palpaban y tocaban el viento volátil. Y sólo lo quiso, pero, no pudo más, que sentir el suave candor de ese aire por sus brazos, y sólo dejó que el delirio suavizara su áspero odio en no poder querer volar como ella quería volar. Cuando en el instinto se dió como un eterno suspiro, cuando en el alma fungiera como un eterno respiro de esos que más deseaba hacer y respirar ella, Cielo. Cuando decide escribir en su diario más confiando, más desesperante y más sincero y la muchacha escribió que…

        “...yo Cielo, la que se cree el cielo, cuando quise volar como en el sueño fantasioso, sólo quise volar lejos como aquel pajarito que hallé en el sueño, sólo quise abrir alas y poder volar, sí, volar lejos, cuando en el ambiente sólo se dió un hermoso lago, el cual, me dejó unas alas para yo poder alzar el vuelo lejos, y poder ser feliz, pero, no, no se pudo más, cuando se inauguró la esencia de una virtud clandestina y tan apaciguada como la misma calma en que se debió de creer en el delirio frío, pero, inocuo y trascendental, y casi fastuoso, como un hechizo tan real como tan verdadero, y un sólo brebaje en que la pócima advirtió un cambio total y eso era lo que yo deseaba…”.

Cuando en el ocaso se dejó llevar lejos del día y del cielo azul, cuando llegó la fría noche. Cuando en el alma se debatió una sola espera en esperar lo que aconteció, cuando en el alma se llenó de una luz fría llena de llama de fuego, pero, álgida como el mismo viento que la trataba de apagar. ¿Sería una premonición?. ¿Sería un evento de soledad llamando a la vida o llamando a la misma avidez de una presencia, de un sólo por qué ella estaba tan sola allí?. Y escribió un poema de la luz. Una vela con la ciega compañía, que le acompañaba allí en aquel solo sótano…

 

“¡Luz que me acompaña,

sólo el fuego no empaña,

lo que dejas aquí en mi soledad,

una furia en espelunca,

cuando la medra es mercar la mala suerte,

que en cavidad se presiente,

 cuando se sabe que el delirio,

es tan pernicioso como el ademán,

y en un triste abismán,

dejar caer el corazón,

y con toda razón,

fingir en el alma,

esa luz perdida,

que con tanta herida,

se debate en una sola mañana,

con el sol en el amanecer,

como ese sol,

en que se siente aquí,

cuando no estás a mi lado,

con tan helado es el frío,

pero, esa luz,

esa luz,

que no calma en derredor,

cuando son tan ciegos los ojos que no me miran,

en esta sola soledad…!”.



Cuando Cielo, sólo se hirió de tal manera y volaron los papeles cuando abrió la puerta, en aquel sótano frío y desolado. Le abrió al viento, a la traslación del viento, y al movimiento. Cuando en el alma se debió de automatizar de una gran espera por esperar por el mismo tiempo en que Cielo, le debía de escribir al tiempo y más a la vida. Y sus papeles volaron lejos del aquel sótano, y corrió lejos del aquel sótano Cielo, si era como el mismo cielo, y sintió el aire corre como un triste tornando por su piel y más por el tiempo y más por el mismo cuerpo. Cuando de repente, se vió el deseo y la manera de atraer el más imperio de los desastres, cuando todavía, se vió el mismo devastador tornado llegar, pero, no sólo fue un remolino de viento en el suelo, como una pequeña premonición, cuando en el sol se dió una lluvia tan repentina. Cuando en el desastre se vió un tormento, y una tormenta en que se avecinaba, cuando ella Cielo, corrió, si se había asustado, por ese remolino en el suelo. Cuando en la mañana había despertado del sueño más idóneo y sin ser erróneo. Cuando en el desenlace sólo corrió antes de que la puerta se cerrara y para siempre. 



Continuará…………………………………………………………………………………………..