Tú me llenaste de dicha,
de dicha como ninguna,
no con un amor ardiente,
ni encendido en las miradas,
pero si un amor tan vivo,
como parte de mi vida.
Te quiero sin haber duda,
como no he amado a ninguna,
pues las otras bien lo saben,
y han sacado su partida,
sin corresponder con nada,
solo con promesas falsas.
Te quiero más que a ninguna,
nunca había habido en mi vida,
una expresión tan sincera,
como la pasión vivida,
y si otro tiempo era malo,
ya sanaron mis heridas.
Quero que no me rechaces,
al decirte lo que te amo,
y seré siempre contigo,
hoja perene en un árbol,
alimentando tu vida,
de este mundo en que habitamos.
Y si es que tú un día te fueras,
en el sentido contrario,
para mí sería muy poco,
para seguirte adorando,
el darle la vuelta al mundo,
para tenerte a mi lado.