He caminado,
por valles y senderos,
hoy solitarios.
Algunos pueblos
quedaron entre ellos
semi olvidados.
Allí durmieron
los versos y poemas
de juventud.
Nacieron otros,
sencillos, temblorosos,
en el estío.
Dieron sus pasos,
de invierno y primaveras
ya marchitadas.
Y se quedaron
durmiendo en los recuerdos
de la conciencia.
Hoy, mis pisadas,
no saben el destino,
ni a dónde van.
Quizás te buscan,
eterna poesía,
como hace tiempo.
Quizás esperan
la rosa inmaculada
de tu sonrisa.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/04/20