Ella goza, vive y comprende
que tersa yema de los dedos
la tocan llena de deseos
y su piel vibrando se enciende.
Disfruta y enloquece… espera
la hora de su mejor suspiro
que le acelera su latido
y lentamente desespera.
Sus fibras llenas de contento
vibran al ritmo de las manos
con sonoros cantos piulados
y el presagio de un sentimiento.
Su cuerpo perfecto y convexo
con una fisura en su vientre
provocando un ritmo congruente
moviendo agitado su plexo.
Con su mástil firme compensa
el sostén que afina la nota
que grabada luego se añora
con loca ansiedad muy intensa.
Y el chirrido de una cigarra
con algarabía en su canto
y con su tono corto o largo
dice: ¡qué hermosa la guitarra!