El alma se escabulle
y abandona,
al cuerpo le llega la frialdad del gélido invierno,
inerte,
yace por debajo del suelo,
en el socavón olvidado
del amar;
se muere lentamente
al entregar la vida
en un efímero abrazo
y se agoniza en el terrible olvido;
en el abandono
se apodera de la faz
la cruel soledad,
acapara en su regazo
a quien ha vuelto,
una sonrisa,
de quien se encuentra con una vieja amiga,
el latido es lento,
el suspiro se esfuma,
el alma abandona…