Quiero jugar a hacer el amor…
Sin pensar, sin planear, solo contando con la disposición de un mimado destino.
No quiero saber tu nombre, solo quiero ver como apareces del nada...
Voy a jugar a devorar un desconocido que me sorprenda, cuando no lo espero, pero lo deseo.
No quiero que jures o prometas nada. No quiero más palabras rellenas de palabras, sea grandes o pequeñas. Solo serán palabras.
Quiero sentir la dadiva de un amor sin contratos e obligaciones.
Quiero vivir esta magia de no buscarte y aun así, encontrarte, sin esperar tenerte.
Tengo ganas de jugar en un tiempo dentro del tiempo, donde somos como potros salvajes, ajenos a los prejuicios y vivos por vivir.
Quiero jugar en una escalera, donde cada escalón, se esconda una sorpresa inesperada en el tiempo.
No deseo ser tu amiga. Seré tu perdición.
No quiero que escondas tu deseo y tampoco que calles al mío, con tu mirada de reproche. No soy una descarada, solo quiero jugar a amar.
Quiero despertarme en una cama ajena, empapada de plumas de oca como se fueran confetis, de los rellenos de los cojines tirados por los suelos, rotos por nuestras travesuras, y juegos a los escondites de la pasión. Donde no te encontré, pues te buscaba en tu corazón, cuando tú ya te habías, escondido en el mío.
¡En esta noche te he amado baby!
Pero, no me juzgues…
En esta mañana ya no.
No te entristezcas, de lo más dulce ha sido tu néctar, no has desperdiciado tu miel, solo soy como un colibrí, que necesitaba una dulce inspiración para mi bolero, que se llamará “El desconocido que amé”.