Placer adictivo
Mientras lo amaba sentía el placer adictivo del amor vivido, como cuando alguien fuma y siente placer al que se convierte en adepto irracional, así lo amaba, con adicción, gozando cada segundo de ese sentimiento que la carcomía por dentro sin darse cuenta como el cáncer producido por el tabaco.
Se fue obsesionando con su piel, por esa sonrisa que aleteaba en sus labios y brillaba en los ojos negros con pequeñas estrellas titilantes, el calor de su cuerpo se hizo cada vez más necesario hasta no poder prescindir de él, igual al cigarrillo después de las comidas, o al despertar mientras se hacía el café o por las noches antes de apagar su computadora, eran perturbaciones que la llevaban a la paranoia, si metía su mano en el bolsillo derecho y no encontraba su cajetilla de cigarros sentía impotencia, desesperación, debía revolver la casa buscándola y si la hallaba vacía corría tras las llaves y salía como disparada a la calle buscando el primer kiosco abierto para hacerse de un atado.
Así era el amor por él, cuando no estaba, todo su cuerpo parecía estar cercenado, le faltaban sus brazos, sus latidos, su pecho y su olor, una sensación rara la recorría y rondaba por la casa, con su cigarrillo haciendo equilibrio en sus labios rubí, lo buscaba dentro de las habitaciones, juntando la ropa, besando los libros que tanto él amaba, acariciando su retrato, así dependía de Ismael y del tabaco, eran manías que iban de la mano.
Pero como todo lo que obsesiona termina siendo una cruz, comenzaron los problemas, los celos, las persecuciones, la alteración del carácter, y las culpas seguidas de gritos, llantos, y demás situaciones intolerables, hasta derribar el amor y hacerlo triza cual cristal apedreado.
A la vez comenzaron sus problemas respiratorios, aquella tos incesante que no la dejaba dormir, y la afonía que transformó su voz cristalina y vivaz en un sonido grave y entrecortado por una respiración agitada, falta de oxigeno.
Ismael terminó armando sus valijas y se fue sin mediar palabras en un momento en que su mujer había ido en busca de unos estudios, cuando Liliana llegó y vio el ropero vacío de su ropa y la biblioteca sin algunos libros importantes para él sintió que su corazón estallaba y sus pulmones se contraían hasta cortarle la respiración.
El médico forense determinó paro cardíaco quizás ocasionado por un cáncer fulminante de pulmón que manifestaban los últimos estudios, pero alguien en voz baja dijo:
-no…no, lo que determinó su muerte fue la huida de Ismael, ella no admitía la vida sin él, sin Ismael, sin su amor para Lily la vida no tenía sentido.
El amor como el tabaco llevan consigo ese placer adictivo que al final desencadena en la muerte
Ángela Grigera Moreno
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