Tengo mi corazón amordazado,
Tengo miedo de que lo veas,
De que otra vez vuelva a ser dañado.
Lo escondo en la oscuridad,
Donde él grita tu nombre a pleno pulmón,
Pero se queda en tan solo cuatro paredes,
No se atreve a salir a la luz del día,
No desea volver a vivir en una ataraxia,
Solo desea poder mirarte a los ojos,
Sin arrepentimiento, sin mirar hacia atrás,
Comenzar una revolución en tus labios,
Sin que tus besos se conviertan en balas.
En la madrugada anda inconsciente,
Con unas cuantas copas de más,
Llenas de ti, de tu ser, de tu esencia,
Repite tu nombre incansablemente,
Pero cuando amanezca ya no lo oirás,
A menos que tu voz le despierte,
Que grite mi nombre en cada estancia,
Y que quien esté en el amanecer seas tú.