Fátima Aranda

Astillas

Desvencijado ya el barniz

que lo escondía,

se atisban al ojo las astillas de lo vivido.

Desgastada, mate, condenada a mirar

para otro lado, la cal de los muros

tapa la desconchada ruina

de una fachada cuarteada que cimbrea 

sobre el nicho blanqueado que oculta

el asíncopado latido

del muerto por hastío.

Sólo queda recoger los escombros

de lo que un día se erigió enhiesto,

firme, y hoy, abatido, vencido,

se cierra por derribo.

Y su memoria.

Luz De Gas