EL TÚNEL NEGRO
El túnel negro debe ser transitado obligatoriamente para poder volver a ver la luz. No es fácil, pero se interpone en el camino, con lo cual atravesarlo, supone la única opción viable.
No es posible expresarlo en unidades de longitud, aunque si en aquellas que se encargan de medir el tiempo; en tal sentido, podríamos asegurar que abarca prácticamente un mes.
En el túnel negro devienen los recuerdos más tristes, los del fatídico período del año 2019, comprendido entre el 25/07 y el 20/08, donde Julito, mi padre, enfrentó de manera más que digna a su enfermedad.
Y si bien es cierto que en aquella batalla fue derrotado, debo aclarar que triunfó en una más importante: La del vivo recuerdo de su persona, afrontando dichosamente cada día, cada momento, siempre con total plenitud.
El túnel está impregnado de tristeza
la cual inquieta, agobia, recrudece.
La enfrento como mi padre, con entereza
y abrazo a mi corazón, que se estremece.
Mora en el cofre mágico de la memoria
donde acaece la melancolía, y alguna lágrima.
En el repasamos su mágica historia
y elevamos al infinito su inmortal ánima.
Tan lejos, tan cerca, pero siempre omnipresente.
El alma no muere si el recuerdo es permanente.
La ausencia no es tal con su imagen persistente.
Julito vive en mí, y yo con él plenamente.