No era aún la hora para tocar a su puerta
Pero toqué
Me abrió vestida con su orquesta de oropel.
Sabía también que acercarme no debía
Prohibido era acariciarle el rostro
Mis manos envueltas por las llamas fueron el precio.
Me lancé a su cuerpo embrujado
Cuanto habían hablado de él era verdad.
No puedo recordar ninguna de sus facciones
Lo que pasó después del primer beso
Sólo conservo flotando dentro de mi cabeza
La corona imperial de sus jadeos.